
Durante una entrevista reciente con New York Post, Charlotte Flair habló abiertamente sobre la presión constante de cargar con el apellido Flair. Reconoció que incluso tras una exitosa trayectoria —lesión, divorcio y regreso triunfal— sigue sintiendo la presión de ser siempre «adecuada» y competitiva, insistiendo que nada de lo que ha logrado ha sido «por nepotismo» sino por arduo trabajo.
Estas declaraciones retoman un tema recurrente: desde sus primeros días en WWE expresó lo complicado que fue debutar con su padre a su lado, preocupado de que su propio talento pasase desapercibido . Aseguró que aprendió a convertir esa presión en motivación, y que el “chip en su hombro” derivado de su legado familiar la impulsa a seguir mejorando .
Charlotte también confesó que se molesta al ver que los medios la llaman constantemente «la hija de Ric Flair». Asegura que a pesar de respetar profundamente a su padre, ella lucha por ser reconocida por sus propios méritos, no solo ser recordada por su linaje . Reiteró que su carrera es fruto de perseverancia, dedicación y disciplina, más allá del apellido.
A sus 39 años, campeona múltiple y sin planes de retirada, Charlotte insiste en que su legado aún está por escribirse y que ella decide qué valor tendrá su carrera, sin complacerse con lo logrado. Su mensaje es claro: sigue evolucionando, a pesar del peso del apellido Flair.




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